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Poema de Sergio Schiavini


FLORENCIA AYELÉN MÖLLER ROMBOLÁ   

FLORENCIA

AYELÉN

M�LLER

ROMBOLÁ

COFAVI

El duende friolento ©

Florencia escribió este cuento cuando tenía solamente ocho años y lo registró con su firma en la Dirección Nacional de Derechos de Autor (Nº 23.635, y renovado con el Nº179.672): se sentía muy contenta y emocionada, al igual que su familia. Su prolífica actividad como creadora en las letras y en la pintura se vio interrumpida el 12-02-01 cuando fue ahogada a los 9 años (no se ahogó sino que fue ahogada) en la mayor red de piscinas de la ciudad de Buenos Aires, la Red de Clubes Megatlón, de sede del club All Boys.

El 12 de febrero de 2001 Florencia estaba tomando su cuarta clase de natación en la Red de Clubes Megatlón, sede All Boys, a cargo de María Cecilia Privato (profesora), Julio César Giraldi (coordinador deportiva) y Giselle Vanesa Kamenetky (socorrista) en la Red de Clubes Megatlón. Pero fue llevada a lo hondo pese a que no sabía nadar y los testimonios recabados en la causa aseveran que allí su “profesora la empujó y no la rescató cuando tras varios minutos un niño le avisó que Florencia estaba hundida”.

El club debía haber estado clausurado por no cumplir los requisitos de seguridad pese a ofrecer presuntos servicios VIP (máxima categoría societaria, Very Important Person), pero estaba funcionando. El personal contratado por los padres y ofrecido por la institución había sido suprimido en dos terceras partes el día en que mataron a Florencia, considerando la documentación aportada al juzgado por el propio coordinador deportivo Julio Giraldi y las exigencias de la ordenanza vigente para reglar las habilitaciones de los natatorios en la Ciudad de Buenos Aires.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Aníbal Ibarra y María Cecilia Felgueras, no sólo no clausuró la institución "deportiva" posthomicidio sino que menos de un mes después de que hubieran matado a Florencia le concedió el permiso para funcionar antes denegado pese a que no se habían subsanado las causas por las que debía estar clausurado. El Gobierno de Ibarra posibilitó así que se levantara la clausura judicial que sufría la institución donde Florencia fue ahogada.

La Cámara Nacional de Apelaciones procesó a los cinco presuntos homicidas tras dos años de lucha, pero el fiscal Juan Sansone, lejos de llamar a juicio como se esperaba después del fallo de la Cámara, ha pedido el sobreseimiento de los presuntos homicidas de mayor poder: el presidente de la Red de Cubes Megatlón: Fernando Martín Storchi, el presidente del Club All Boys Horacio Roberto Bugallo y del coordinador Julio César Giraldi..

Florencia fue ahogada el 12 de febrero de 2002 y los presuntos homicidas continúan en libertad y poniendo en peligro la vida de otros niños. Por eso le pedimos a todos los ciudadanos del mundo que sumen sus voces al reclamo de Justicia para la Argentina y para los argentinos. Porque sin ley no hay república posible. (Vean toda la información sobre el caso en www.justiciaflorencia.com.ar y www.justiceforflorencia.netfirms.com).

Los padres de Florencia

EL DUENDE FRIOLENTO

Florencia escribió este cuento, cuando tenía solamente ocho años y lo registró con su firma en la Dirección Nacional de Derechos de Autor, bajo el N° 23.635, renovado con el N° 179.672: se sentía muy contenta y emocionada, al igual que su familia. Su prolífica actividad como creadora en las letras y en la pintura, se vió intenrrumpida, el día en que la mataron.


Jugaba en el patio de mi casa, cuando me sorprendió la voz de mi mamá mandándome a acomodar mi placard. Le contesté que ya lo había ordenado. Pero ella insistió:-Antonela , este placard es un desastre. Entoces subí las escaleras, entré a mi cuarto, y encontré a mi mamá con cara de susto, mirando el terrible desorden de mi ropa. Yo también me alarmé; mis remeras, buzos y pulóveres se hallaban completamente revueltos. Estaba enojada, porque no había hecho eso, pero igual tuve que acomodarlo.
Pasaron dos años en los que mi placard siempre aparecía desordenado, mis padres no dejaban de responsabilizarme a mí por lo que pasaba con mi ropa. En esos momentos, lloraba a escondidas:-
¿Cómo hacerles entender que no era yo la que desparramaba todo ?
Acababa de cumplir los nueve, cuando estrené un lindo saquito blanco que había sacado de mi placard siempre desordenado. De repente, una vocecita que salía de uno de los bolsillos de mi abrigo, me hizo sobresaltar. Ella decía:-por favor, devuélveme al placard, no puedo soportar el frío.
Asombrada, le pregunté quién era. Me contó que era el duende Pirulán, que había llegado de Cuba en la valija de mi abuela. Se sentía abrigado,- explicó, en el bolsillo de un vestido que ella me regaló.
Quise saber si extrañaba su país, y me dijo que al principio mucho, pero ya no tanto. Que con el tiempo, había aprendido a correr mi ropa para poder bailar en el placard. También, me contó que se las había ingeniado para abrigarse por las noches, y así, no morirse de frío.
Comprendí rápidamente quién había sido el responsable durante esos años del desorden de mi placard. Pero no lo reté; entendí que había sufrido. Por eso, le ofrecí hacerle un lugar grande en la cajonera donde guardaba mis juguetes, para que pudiera bailar más a gusto, y también hacerle una camita para que estuviera abrigado por las noches Se me ocurrió, además, dejarle la radio siempre prendida en frecuencia modulada, para que pudiera buscar cuáles eran las canciones que más le gustaba bailar. Y el saltó de alegría. Dijo que con la radio podría sintonizar Cuba y así hasta escucharía su música.
A partir de ese día, Pirulán y yo fuimos grandes amigos. Cuando llegaba del colegio, me apuraba a hacer las tarea para tener tiempo de bailar y jugar con él. Como vivía en la cajonera, mi ropa, se mantenía bien guardada.
Mis padres no dejaban de felicitarme por lo bien que había aprendido a organizarme, los dejé creer que eso era lo que pasaba.
No me pareció posible, que entendieran la verdad.

Florencia Ayelén Möller Rombolá.
Otra creadora que nos fue robada.